jueves, 28 de julio de 2011

Hermes, de un mundo medieval

Ayer se estrenó al final de la playa un mercadillo medieval ambientado perfectamente y con un montón de cosas curiosas que llamaron a mi corazón guerrero y medievalista forjado en tantas series de televisión como Xena o el buscador. Encontrarte entre espadas de madera, ballestas, telares, cuero, minerales, caballos y un sin fin de cosas jamás vistas en un mercadillo ante estas características en este siglo, la verdad es que me hizo encontrarme tan a gusto que incluso desee que estuviese más cerca de mí para envolverme de esa esencia que parte de mi corazón.

Hoy hemos ido, mi familia y yo. Tomamos los pies como medio de trasporte a pesar del cansancio y llegamos al lugar. Pero como ya me di cuenta de pequeña, los caminos merecen la pena cuando descubres tales bellezas en tu fin. Unas veces por el camino, otras por el simple lugar al que fuiste a parar.

Todo fueron sorpresas cuando llegamos. Miraba absorta cada centímetro del lugar esperando encontrar en la lejanía prados y prados verdes llenos de árboles o incluso tierra a mis pies ensandaliados. Era increíble. Hasta los vendedores y no vendedores del lugar vestían túnicas y trajes de antaño. Y ahora me arrepiento de no haber inmortalizado ese momento. Pero hubo algo que me desconcertó aún más y me llevo a un mundo a parte de alucine total.

Uno de los vendedores, un muchacho de piel clara con el pelo apizzarrado y una ligera barba simpática me dio conversación mientras yo miraba las cosas que ofrecía en su pequeño puesto.
- ¿Has visto los anillos de conchas? son bonitos ¿eh? Aunque claro, que te voy a decir yo.
- ¿los haces tu?
- Sí
- Jolín pues si que tiene que llevarte tiempo sí.

El silencio no le sirvió y siguió entablando conversación hasta preguntarme algo que me dejó totalmente desconcertada. Me preguntó por lugares en los que salir. Era del sur y no tenía ninguna idea de qué o dónde podía ir por la noche. Le orienté, aunque no demasiado porque pude observar que no era muy capaz de memorizar aquellos datos tan sumamente pésimos que le estaba dando. Y fue entonces cuando preguntó: ¿y tú no sales hoy?

Contesté sin tan siquiera pensar en lo que estaba pensando porque mi cabeza andaba dándole vueltas a la razón por la cuál este muchacho habría preguntado tal cosa. El pensamiento fue rápido y tal vez por eso me asombré y huí ligeramente despavorida unos segundos más tarde.

Continué mi paseo por ese mundo medieval hasta que topé con mi familia de nuevo y les pedí dinero para comprar algunas cosas. Entonces me dispuse a mirar los puestos que me quedaban y en mi mente trataba de hacerme con la forma de volver al puesto de las conchas para hablar con el sureño y de paso comprar algunas conchas que debía comprar. Y simplemente opté por la vía fácil: ir a lo que iba (las conchas).
Me dispuse a remover el bote donde se encontraban, escogiendo cuidadosamente las conchas que más me gustaban y podían ajustarse a lo que requería.
Cuando de pronto, aún habiendo una señora delante escuché al sureño decir: es que me encanta tu camiseta.
Salí de mi concentración para mirarle y descubrir a quién se refería y pude darme cuenta que a pesar de haber más gente y de estar atendiendo a una señora, era a mí a quien se refería.
Fue entonces cuando decidió una vez más comenzar una conversación conmigo creando un mundo totalmente paralelo en el que los demás dejaban de existir. Los paseantes iban por su camino y su parada en el puesto no lo desconcertaba, ni a él ni a mí.
El segundo aporte fue tan directo que ni una bala hubiese sido tan afortunada. ¿me das tu número? Preguntó, y sin dudarlo dos veces le dije que sí.

Trataba de memorizar cada rasgo de su rostro aunque sabía que minutos después quedarían borrados totalmente de mi mente. Pero sin embargo, sería capaz de recordar, todos y cada uno de los datos que pronunciara de su boca (27 años, Cartagena, Industria, FP y hasta aquella pregunta a modo de risa que me dejo en stop al instante: Qué inteligente eres. Cásate conmigo!) Si hubiese sido una película me reiría porque entonces ella hubiese dicho: vale. Jaja Pero ni soy americana, ni esto es una película y por mucho que me llamase la atención que aquel sureño medieval se fijase en mi aquella noche, sabía que no era más que eso y una simple conexión amical.

Una camiseta de naranjito, un moño despeinado con tupé extremadamente enlacado y unas pintas de hombre increíbles le hicieron pararse, mirar y hasta seguir adelante. Sin duda me gustó muchísimo y me sentí enormemente valorada de forma física. Algo que nunca me había pasado. Tal vez por eso lo creí tan especial.

domingo, 17 de julio de 2011

Ganar a un español con el lema: "¿a qué quieres perder?"

Resulta gracioso y gratificante a la vez, ver que ganas a tu padre, el cual lleva toda la vida ganándote a cualquier juego al que juguéis, independientemente de ser español o no. Pero supongo que por eso me hace más gracia todavía. Justo antes de empezar y tener ya las cartas sobre la mesa dispuestos a repartir para jugar al juego que fuese(escoba, en este caso) dijo: soy español, ¿a qué quieres perder? Jaja.

Al final perdió él por 10 puntos y dándole una tregua de otro juego más para ver si remontaba, pero nada. Gané y gané jaja.

La verdad es que si hubiese perdido no me hubiese importado, sería parte de la costumbre y tengo buen perder. Pero resulta suculenta la victoria cuando ocurre pocas veces, sobre todo si minutos antes se comentaban frases del calibre: soy español! Jaja.

Esto de que España esté triunfando tantísimo en los deportes causa estragos para algunos jajaja. Y menos mal que no comenté al final: soy americana, a que querías perder? Jajaja. Se pega un tiro el pobre, por perder, porque no le gusta perder ni a las canicas y por decirle que soy americana, con lo que él ama esas tierras y a sus integrantes jajajaja.
Vaya cuadro.. xD

lunes, 11 de julio de 2011

El universo, la tierra y el hombre



Cada vez que pienso en el universo, tengo un sentimiento verdaderamente extraño. Es una especie de vértigo que me hace sentir extremadamente diminuta, vulnerable e ignorante.

¿Cuántos kilómetros, años luz, tiene el universo?¿Dónde está su principio y su fin?¿Qué forma tiene?¿Y qué componentes?¿Hay más vida?¿Hay alguien, que como nosotros, esté buscando otra forma de vida?¿O somos los únicos?

Me gustó la filosofía en bachillerato porque ella empieza allí, en el cielo, como Hipatia. La filosofía trata de encontrar solución a las miles y miles de preguntas que pasan por tu cabeza con tan solo decir la palabra ‘Universo’. Porque hay tantas preguntas como kilómetros mide, casi sin principio, ni fin. Y nada se contesta.

Aunque lo que más me asombra de todo es nuestra forma de vida. Lo inmensa que nos parece la tierra aún así. Lo diminuta que nos resulta una hormiga o lo extraño que nos resultan ciertas actitudes humanas o lo normal que nos parecen otras, por costumbres. Costumbres acordes a lugares concretos y limitados.
Me resulta alucinante, a este punto del pensamiento, que la historia haya hecho organismos tales como nosotros, que hayan llegado a un desarrollo tan brillante que puedan estudiar, que hayan desarrollado lenguas comunes con las que comunicarse.. aunque para mí la perfección sería crear lenguas comunes a todos los seres vivos. Claro que hay quien dice que la perfección no existe, aunque otros muchos se sientan perfectos, pocos, pero los hay.
En cualquier caso, es increíble. Es increíble el punto del entendimiento, de incluso la comprensión y la empatía. Resulta inmenso y peculiar el ser humano, tanto como el universo.

Siempre ronda en mi cabeza el hecho de que no utilizamos todo el cerebro y desde hace un rato estoy sorprendida por el uso de “psicólogos” para mejorarnos mental o sentimentalmente. Los médicos, para mejorar lo físico aunque eso es algo menos llamativo para mí, aunque igual de importante.

Es fuerte ver que es tanto lo que llega a nuestro alcance como tanto o más lo que no. Mandar una sonda con más de 26 idiomas al espacio diciendo ‘hola, somos los terrestres y estamos en el universo’ no tiene mucho sentido si aquella forma de vida no ha llegado a un desarrollo tan inmenso como el nuestro.. si no son “humanos”, puesto que los animales, por mucho que queramos, son seres vivos, pero no pueden contestar de ninguna manera a eso, ni si quiera lo oirían, ni entenderían por muchos idiomas que haya en esa sonda.
Es un poco de optimistas, pero en el fondo, no nos quedan muchas más opciones. A veces, invertir el tiempo y el dinero en esto resulta ser un medio de entretenimiento y un “y si..”

Desde luego que no sé si el saber es bueno, pero creo que con estas cosas te das cuenta de que ‘nadie es Dios’ y que hay demasiadas cosas que superan al ser humano y que algunas, jamás serán sabidas o conocidas. Unas veces, por falta de medios o de cualquier otra cosa. Quien sabe si ya nos han contestado, pero la sonda no tiene la capacidad para entender eso porque son más desarrollados que nosotros y utilizan otras cosas que no sirven, aunque supongo que si eso ocurriese se hubiesen puesto en contacto con nosotros de otra manera.
O simplemente, no es por qué nos falten medios o habilidades o qué sé yo. Tal vez es porque directamente, no debemos saber.
¿Para que saber que a mil millones de años luz existe un planeta con algún tipo de vida, en el que podremos habitar?¿Para qué sirve si no seremos capaces de transportarnos hasta allí? Ni si quiera unos pocos. Tampoco tendría sentido, si estamos acabando con este planeta, porque acabaríamos con otro más.

Me llama la atención esa teoría de que somos marcianos en realidad. Que venimos de Marte y que ese planeta se destruyó. No sé como pero lo hizo. La verdad es que no tienen ningún tipo de maquinas ni coches ni nada de eso que haga a Marte tener un ‘efecto invernadero’ como ocurre aquí, pero sí que es cierto que tiene ciertas cosas que son muy parecidas a la tierra.
Mejoramos muchas cosas, pero también las destruimos, y resulta triste, pero eso es mejor hablarlo en otra actualización.